Todos somos fashion victims 

La asimilación de la moda por los sectores populares
           




Laura Álvarez Guerrero
lora_ag@yahoo.com.mx


Todos somos fashion victims 

La asimilación de la moda por los sectores populares
           




Laura Álvarez Guerrero
lora_ag@yahoo.com.mx


La palabra moda -entendida como la manifestación de tendencias en las prendas de vestir y sus accesorios-  a menudo se asocia con glamour, sofisticación, pasarelas, diseñadores  y, evidentemente, con un estilo de vida cosmopolita  ligado a un alto poder adquisitivo: tal es el enfoque que suelen tener las publicaciones que se encargan de la difusión de dichas tendencias.  Sin embargo, la moda es un fenómeno social que se manifiesta en casi todas las épocas, razas, y clases sociales.  Este artículo propone  que la asimilación del fenómeno de la moda en los estratos socioeconómicos más bajos (niveles C, D e incluso E, según la clasificación de la AMAI ) se resuelve por las mismas razones y necesidades que en los niveles a los que suele estar dirigido (niveles A, B y C+), pero con distintos mecanismos, siendo los más importantes la piratería y el reciclaje.  Adicionalmente, se propone que los estratos populares y las tendencias conforman un ciclo dinámico en el que se retroalimentan ambas partes. Las consideraciones realizadas son importantes, ya que estos sectores suelen ser ignorados deliberadamente en el desarrollo de objetos de diseño, a pesar de que constituyen la mayor parte de la población nacional y mundial.


Moda y globalización del consumo

En la llamada posmodernidad, la sociedad contemporánea ha sido moldeada por el consumo. El individuo se define a partir de su capacidad de adquirir objetos que no necesita con recursos que no tiene, en un ciclo de eterna búsqueda de identidad  e insatisfacción permanente. La maquinaria de la producción de objetos funciona en la medida en la que los deseos nunca son satisfechos en su totalidad. Los medios de comunicación son un enorme escaparate en el que la cuestión aspiracional juega un papel importante. Internet y las redes sociales contribuyen a la rápida difusión de éstos procesos.  Los estados de cuenta y la publicidad enfocada a los sectores económicos medios y altos lo confirman: para ser, es necesario comprar. No obstante, estos elementos no son exclusivos de esos sectores de la población. La posmodernidad  y el sistema económico actual han permitido la generación una democracia aparente  en la que todos podemos aspirar, en la que todos podemos consumir, aún aquellos estratos menos favorecidos económicamente, para contribuir así a este complejo engranaje. Existen sectores de la población (nos acotamos a la nacional) cuyo poder adquisitivo es nulo, y cuya única aspiración es la supervivencia diaria, en el más elemental de los sentidos. Evidentemente estos estratos escapan al análisis aquí expuesto, pero la observación corrobora que un poco más allá, satisfechas precariamente las necesidades básicas, se comienza a formar parte de este sistema. Tal es el caso de los sectores socioeconómicos D y E. La diferencia estriba en los procesos por los cuales esto se logra, ya que un individuo cuyo ingreso no le permite consumir los objetos que pomposamente ofrecen los escaparates, suele recurrir a otras vías para satisfacer estas necesidades. Dichas vías son, principalmente, la piratería y el reciclaje.



"Aistá la blusita de a treinta, oiga": La piratería

La piratería, en términos de moda, es un fenómeno de comercialización ilegal de mercancía que no cuenta con los permisos requeridos de uso de marca. Usualmente se reproducen las prendas imitando los cortes, los estampados y las etiquetas, y se comercializan a un precio bastante menor al del producto original, con lo que se genera en el usuario la idea de que se forma parte del target de la marca, generando esa sensación de identidad que sólo el consumo provee. En una sociedad como la nuestra, en la que el ingreso mensual del 60% de la población es inferior a los cinco mil pesos,  no es de sorprender que la piratería sea una de las industrias más prósperas, ya que pone al alcance de todos los bolsillos la sensación de pertenencia a los valores que representa la marca, aunque sea de forma artificiosa. A fin de cuentas, para los poseedores de los objetos originales, esa felicidad, esa aspiración satisfecha, también son efímeras.
El sistema de la piratería  forma parte del complejo sistema social en el que estamos inmersos: lo nutre, lo degrada, y viceversa. La corrupción y la cultura generalizada de consumo son sólo algunos de sus factores significativos, que lo mismo fungen como causa que como consecuencia.
Renato Blanco afirma: "Esta situación genera desconfianza y expectativas dudosas sobre el futuro del país que impedirán la creación de mercados sólidos a falta de seguridad, certidumbre, capitales, inversión y ahorro. Sin mercados sólidos, sin mayor competencia, sin mayores fuentes de trabajo y sin mejores salarios, definitivamente la gente seguirá aferrada y obligada a comprarse sus pantalones Yani Versánchez en el tianguis de los jueves".

Directo de los clósets gringos: Reciclaje y moda de segunda mano

Otro fenómeno que ha cobrado auge en los últimos veinte años es la compra de ropa de segunda mano, conocida coloquialmente como ropa de paca. Proviene de varias fuentes, como donaciones que se hacen para algunos grupos de beneficencia, como el Ejército de Salvación de E.U. quien la vende por libra a las empacadoras. Otra fuente son los centros comerciales que venden saldos y ropa defectuosa a precios muy bajos a otras tiendas de remate, las que a su vez la venden a las empacadoras por lotes o libras. En México, estas prendas se distribuyen en los tianguis urbanos.
En este caso, al ser de segunda mano, los precios son una fracción de los de la prenda nueva, además de pertenecer a temporadas pasadas. No obstante, la comercialización de este tipo de ropa constituye un negocio importante, y está regulado por una auténtica mafia que obtiene generosos dividendos, de nuevo, debido a la situación económica de la población y de la corrupción de las autoridades a todos los niveles. La ropa de paca permite adquirir una playera American Eagle, por ejemplo, en treinta pesos, cuando su precio en tienda rebasa los trescientos. Dejando de lado los factores legales e higiénicos implicados, es evidente que dicha transacción aparece como conveniente ante un consumidor de recursos limitados, al poder satisfacer sus aspiraciones identitarias y consumistas de acuerdo con sus ingresos.


Moda de la contramoda

En la actualidad, a pesar de la usual condena a los fenómenos antes mencionados -y gracias a que internet permite una vertiginosa asimilación y desecho de  la moda-, se recurre a éstos, sobre todo al reciclaje, para crear tendencias cíclicas de contramoda. Tales tendencias, que surgen en el ámbito underground, suelen ser reportadas por los coolhunters, y generan ideas para las producciones en las altas esferas de la moda, que eventualmente regresarán al mercado masivo de forma directa e inmediata (venta de prendas en tienda y en temporada) o indirecta y desfasada (piratería y reciclaje). Y así sucesivamente.
Un ejemplo significativo de esto, así como del poder de internet como gestor y difusor de tendencias, es la chilena Gabriela Calvete, conocida en la red como Trixiebaby, cuya colección de ropa de segunda mano y particular visión estética la convierten en centro de atención de los cazadores de tendencias en América Latina.
La incesante búsqueda de identidad hace que ciertos grupos, incluso algunos con buen poder adquisitivo, recurran a estos medios como una forma de deslinde del sistema de consumo, y no como una necesidad de insertarse en él, como ocurre en los estratos populares. La realidad es que en ambos casos estamos sumergidos en dicho sistema.


El centro comercial, escaparate de irrealidad

En México, un país con porcentajes alarmantes de pobreza extrema, también habitan algunas de las personas más ricas del continente. La brecha económica y social se ensancha y ante esto los sectores menos favorecidos no pueden sino pretender  la plenitud que propicia el consumo, de acuerdo a sus posibilidades.
"No diseñamos para pobres", es la premisa desde la que partimos (la mayor parte de las ocasiones) en los proyectos desde la universidad. "Usuario C y C+" se puede leer en los protocolos de investigación en diseño. Sin embargo, los estratos inferiores existen y pugnan por su reconocimiento dentro de este sistema de validación personal a través del consumo, o por lo menos, a través de la aspiración de consumo. Los centros comerciales son prueba de esto.
Repletos los fines de semana, los centros comerciales se han vuelto, además de gigantescos templos a la cultura actual, un punto de encuentro en el que el consumidor puede ver la realidad a la que puede y debe aspirar; las prendas y accesorios que reflejan lo que quiere y debe ser.  Muchas veces el asistente a un centro comercial no compra objetos tangibles, pero el simple hecho de estar ahí –con un helado, en el cine, en el banco- lo convierte en parte activa del engranaje, le da esa sensación de pertenencia. 
Una persona que percibe mil quinientos pesos a la semana, y que debe cubrir sus gastos de alimentación y vivienda -cuando no los de una familia completa- difícilmente podrá adquirir el outfit sugerido por el aparador de Zara para la temporada primavera-verano, que tiene un costo superior a los dos mil pesos. Ni se diga los de marcas como Armani o Max Mara. Pero puede, sin ningún costo, asistir al centro comercial y después comprar en el tianguis de la colonia una camisa igualita por sólo cincuenta pesos.



Conclusiones

La globalización ha permitido, a la par con la ruptura de barreras comerciales, el ensanchamiento de la brecha social. Sin embargo, la posmodernidad ha visto generalizarse un modelo de vida aspiracional y la visión del individuo como mero consumidor. Todos los estratos socioeconómicos (con las excepciones consideradas al inicio de este artículo) participan de ello, variando únicamente los mecanismos de los que se valen. Más allá de los juicios acerca de estos fenómenos, es necesario reconocer que la piratería y el reciclaje son cuestiones que nos hablan de una democratización del consumo, en la que los sectores menos favorecidos económicamente pugnan por su reconocimiento en un sistema que se empeña en dejarlos de lado.

Palabras clave

Hiperconsumo, Pertenencia, Piratería, Reciclaje, Sociedad, Moda.
Fuentes

http://www.economia.com.mx/niveles_socioeconomicos_en_mexico.htm
http://www.chilango.com/ciudad/nota/2012/07/17/cuando-el-shopping-nos-alcanzo
http://www.vanguardia.com.mx/eneldiamundialcontralapirateriacifrasenmexico-1304509.html
http://www.gestiopolis.com/Canales4/mkt/mexipira.htm
http://www.jornada.unam.mx/2011/02/27/sociedad/033n2soc
http://hazmeelchingadofavor.com/2010/10/19/ropa-de-paca-ropa-de-mafia-todo-lo-que-querias-saber/
www.trixiebaby.tumblr
http://inspiracionbarrera.tumblr.com/post/42803227977/esto-si-es-moda-y-no-mamadas-mientras-algunos

GILLES LIPOVETSKY, El imperio de lo efímero: La moda y su destino en las sociedades modernas, Ed. Anagrama, Barcelona, 1990.
CÉSAR GONZÁLEZ OCHOA/ RAÚL TORRES MAYA, Diseño y consumo en la sociedad contemporánea. Ed. Designio. México, 2012.

Revista La Tempestad, Número 77,  La cultura del consumo
Revista Vice, Vol.6 Número 1, Edición de moda 2013

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