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No se trata de imitar a los coreanos, sino de crear una versión mexicana del estilo coreano: una especie de "K-fashion con sabor local".
Por ejemplo, buscan ropa parecida en los tianguis, en Tepito, en el Centro Histórico o en bazares de segunda mano. Con creatividad y poco presupuesto, arman looks que parecen sacados de un video musical de K-pop, pero con toques locales: mezclilla nacional, tenis mexicanos, camisetas bordadas o incluso combinaciones con botas urbanas tipo vaquero.
También hay una reinterpretación de los roles de género: muchos chicos mexicanos se atreven a usar ropa más suave, accesorios delicados o maquillaje ligero, inspirados en la estética coreana, desafiando así los estereotipos tradicionales de masculinidad en México.
Las redes sociales han sido fundamentales para la difusión de esta tendencia. En TikTok, por ejemplo, abundan los videos donde jóvenes muestran cómo lograr un "outfit coreano con $500 en el tianguis", o cómo convertir ropa de segunda mano en algo que "parece de Seúl". Incluso hay retos donde jóvenes mexicanos se visten como idols coreanos, y viceversa, generando un intercambio cultural divertido, creativo y con mucho orgullo.
Esta fusión de estilos no es solo una moda superficial. Refleja cómo las nuevas generaciones mexicanas se sienten parte de un mundo globalizado, pero al mismo tiempo buscan mantener su identidad. Usan influencias extranjeras como una forma de expresión, no de imitación. Así, el mexicano vestido de coreano representa una mezcla entre lo global y lo local, entre la aspiración y la autenticidad, y se convierte en una forma legítima de crear una identidad propia, moderna y única.
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