La ciudad como escaparate de nuestras identidades

EDINBA
MODA Y TENDENCIAS 02 DE MAYO DE 2017
ALUMNO: JORGE MEDINA HERNÁNDEZ.
PROFESORA: DORA CALDERÓN
LA CIUDAD COMO ESCAPARATE DE NUESTRAS IDENTIDADES

Vivimos en una gran ciudad que funciona como un escaparate enorme de donde obtenemos todos aquellos elementos que configuran nuestra identidad, somos verdaderos rastreadores de elementos que le dan sentido a nuestra vida.

En la presentación del libro Diseño y Consumo, Oscar Salinas dice:  "El decir que somos lo que consumimos adquiere una relevancia digna de tomarse en cuenta principalmente en las sociedades urbanas, donde a menudo el ciudadano manifiesta su identidad a través de todo aquello que adquiere y que conforma su entorno para vivir como quiere o como puede". No es casual que nuestra vestimenta, nuestras actitudes y comportamientos sea de una manera determinada, absolutamente todo está ahí en el universo de la gran ciudad y en todos los elementos que están a nuestro servicio para mostrarnos y ofrecernos lo que nos conviene y, por supuesto, lo que podemos obtener.  

La ciudad es el espacio donde desarrollamos nuestras actividades, donde nos ganamos la vida, donde nos divertimos, donde sufrimos, etc. Y también es el lugar donde confluyen las ideas de todos, el arte, las propuestas de diseño, las vanguardias, la moda, los pensamientos filosóficos, las diversas tecnologías que hoy día parecen apropiarse de todo y también, aparecen en la ciudad de manera contundente dos temas que son para nosotros especiales; publicidad y diseño ( más adelante hablaremos sobre esto).

La ciudad es el lugar de residencia de sus miembros, es centro religioso, cultural y administrativo, es ese gran contenedor donde sucede todo, donde nos manifestamos de mil maneras, es un ente vivo y dinámico que ofrece multitud de imágenes, sonido, aromas y sensaciones diversas que a través de nuestros sentidos nos penetran y nos van configurando,  de mil maneras forman nuestra identidad.

Como todos sabemos, la ciudad es un espacio con una traza urbana en la que tenemos un centro físico a partir del cual se organiza todo, los barrios, las avenidas, las calles y en estas, los espacios donde realizamos actividades o habitamos. En particular nos interesa mencionar los centros comerciales que juegan un papel preponderante en la selección de los elementos que contribuyen a formar el estilo. Por supuesto que podríamos decir mucho de las ciudades desde distintos enfoques. Los urbanistas nos mencionaría como es la ciudad en cuanto a su traza, itos, elementos que la configuran, calles y avenidas, estilos arquitectónicos, equipamiento urbano, servicios, mobiliario urbano, transporte, etc. Un sociólogo nos hablaría por horas sobre todos los sucesos que se dan en el espacio, la interacción entre los seres humanos, los usos y costumbres, las tendencias, las modas y, los historiadores nos podrían contar la historia de la ciudad, como se configuró, quienes fueron los primeros habitantes, sucesos importantes, etc. Por supuesto que también sería interesante escuchar los puntos de vista de los economistas, comunicólogos, periodistas, escritores, doctores y cualquier disciplina que podamos imaginar, al fin de cuentas, todos hacen ciudad.

Pero lo importante es que todo lo arriba mencionado contribuye e influye en la personalidad de los habitantes.

Es en este contexto y espacio donde realizamos una actividad preponderante, "el consumo". Vivimos consumiendo, no importa el nivel socioeconómico al que podamos pertenecer, hay productos para todos y el mercado ofrece las variedades que nuestra imaginación nos pueda poner enfrente.  

César González dice en su libro Diseño y Consumo: "el mercado despliega ante nuestros ojos una amplia gama de identidades de entre las que podemos seleccionar la que nos guste" y continúa: "Los bienes que ofrece el mercado son también instrumentos de construcción de identidad que pueden usarse de manera diferencial para producir resultados personalizados. El consumo es un enorme sistema que nos ofrece absolutamente todo lo que podemos desear e imaginar y más, además, está interconectado de manera global gracias a todos los recursos tecnológicos existentes.

Muchos sociólogos identifican que el consumo se convierte en un problema para el individuo en el momento en que se convierte en consumismo, esto es, cuando somos meramente consumidores y consumir es el propósito primordial de la existencia del individuo. César González dice al respecto del consumismo: "Se manifiesta cuando la capacidad de querer, desear y anhelar, y en especial la capacidad de experimentar repetidamente todas esas cosas, se convierte en el fundamento de toda la economía de las relaciones humanas, sin considerar las cuestiones de la conciencia de la recepción y mucho menos la obligación de la reciprocidad".

Cuando consumimos, de alguna manera nos apropiamos de aquello que nuestros recursos y posibilidades nos permiten poseer y apropiarnos nos da poder, pero aquello que no es fácil de encontrar y que logramos poseer es lo que más poder nos da. Todo lo que consumimos es parte de nuestro estilo de vida, compramos en gran medida gracias a la influencia de la publicidad, de nuestros recursos y de la accesibilidad al mercado del universo de los objetos y servicios. Todo este asunto no es otra cosa que relaciones de intercambio que, por supuesto, necesitan someterse a una reglamentación y a una autoridad que verifique la equidad de la transacción.

Como vemos, el sistema es complejo, intervienen multitud de factores en la configuración de nuestra identidad y existe una mano invisible que regula todo, el sistema parece funcionar, hay reglas escritas y otras que, aunque no lo están, se cumplen. Y en todo este juego, existe algo muy importante con nos orilla a intercambiar nuestro dinero por algún producto o servicio, me refiero al poder de la persuasión, tema que César González trata ampliamente pero que por espacio resumiremos en unas cuantas ideas.   

Dice el autor: "Quien quiera vender su mercancía tiene que persuadir al otro, convencerlo de que tiene que separarse de su dinero para entrar en posesión del bien deseado". Dicho bien deseado debe ser muy importante para quien lo adquiere o necesario  en algún sentido ya que el dinero mientras está en manos de una persona, tiene el poder de decidir que hacer con el. César dice que: " quienes quieren vender sus mercancías tienen que hacer que los antiguos objetos parezcan inferiores y obsoletos; tienen también que alimentar el deseo de los futuros compradores de lo que esos objetos prometen y, por tanto, la disposición a sacrificarse para obtenerlos".

Todos sabemos que para cada cosa o problema, el mercado nos ofrece un objeto o una solución y nos la muestran de mil maneras con infinidad de insinuaciones y promesas, ese es el poder de la persuasión. El mismo mercado tiene el poder de orientarnos y en el colmo de los casos, de generar necesidades antes inexistentes para que compremos los productos que prometen subsanar dicha necesidad o resolver tal problema.  

Pero ya hemos mencionado que los objetos que consumimos contribuyen de manera determinante a configurar nuestro estilo, y que entendemos como estilo.

El diccionario dice que estilo es: "Conjunto de rasgos peculiares que caracterizan a un artista, una obra o un período artístico y le confieren una personalidad propia y reconocible". Esta es, por supuesto, una idea muy general pero nos ilustra lo que debemos entender por dicho concepto y debemos agregar que estilo también se puede aplicar a las personas. Todos tenemos rasgos peculiares que nos distinguen y nos identifican. Pero la historia no es tan simple, el estilo es algo muy complejo que se tiene que entender desde múltiples dimensiones y consideraciones de acuerdo a la época.

Patricia Calefato en su libro: "El sentido del vestir" nos dice: " Cuando hablamos de estilo, nuestro discursos siempre tienen que ver, además de con evaluaciones de tipo estético y formal, con consideraciones de orden ético relativas a la significatividad, además de al significado, de determinados rasgos característicos que reconocemos como portadores de valores".

El estilo está en todo, nos rodea, nos abarca  y nos proyecta y no solo hace referencia a la imagen que proyectamos con nuestra vestimenta, va más allá, como ya hemos visto en los trabajos sobre los diferentes estilos de vida, hace referencia a lo que comes, a los lugares que asistes, lo que lees,  la forma como te mueves y expresas. Hoy más que nunca, pretendemos pertenecer y sin querer casi todos estamos inmersos en algún estilo de vida que está perfectamente definido, delimitado y estudiado.

A estas alturas nos preguntamos como funciona el modelo, ¿por qué pensamos que la ciudad es el gran escaparate?. Aunque la cuestión es muy compleja para exponerla en unas cuantas frases, creo que si podemos resumir la forma como deambulamos, nos vestimos y comportamos.

Todos estamos expuestos a un bombardeo continuo de comunicación de muchas cosas, ya sea noticias, publicidad de productos, ideas, etcétera y esto nos llega no solo a través de lo que leemos de manera voluntaria o de la información que seleccionamos por alguna razón, también, de forma involuntaria estamos inmersos en un mar de imágenes, sonidos, ideas y la publicidad es la experta en el tema de seducirnos y motivarnos para adquirir productos.

Tenemos idea de lo que queremos en términos generales, pero la información nos penetra y nos influye y nos transforma lentamente ( en el mejor de los casos), es difícil vivir en una gran ciudad y no sucumbir al embrujo de la publicidad. En nuestra mente tenemos los conceptos y las ideas, sabemos de una manera muy abstracta lo que deseamos, pero los centros comerciales, las grandes tiendas y todos los espacio comerciales en general realizan la traducción y nos presentan de manera digerida lo que creemos andar buscando persuadiéndonos y motivándonos a consumir.

En la ciudad podemos deambular llenando nuestra mente de imágenes que penetran como alfileres que se clavan y nos influyen y junto con la información que deseamos consumir, construimos nuestro universo que requiere de productos, de ideas y de servicios y consumimos sin parar de acuerdo a nuestras posibilidades. Y todo pareciera venir como un suave devenir y no como una transformación abrupta aunque así fuera.

Charles Baudelaire decía en su libro "El pintor de la vida moderna":  "Si un hombre imparcial hojeara una a una todas las modas francesas desde el origen de Francia hasta hoy, no encontraría ahí nada de chocante, ni siquiera de sorprendente. Las transiciones estarían tan ricamente tratadas como en la escala del mundo animal".

Creemos que somos dueños de nuestra existencia y en ocasiones que estamos fuera del mundo de la moda, que somos originales y que los demás son pobres ridículos desesperados por consumir, pero si hiciéramos un análisis detallado y sincero de nuestro guardarropa, de los objetos que compramos, de lo que leemos, donde comemos, etcétera, nos daremos cuenta que somos fácilmente encasillables en algún estilo de vida por más raros que seamos, la moda tiene esa gran capacidad y el sistema está ávido de consumidores como si fueran fieles en una secta y para ello todo el sistema opera y funcióna.     

BIBLIOGRAFÍA
Baudelaire, Charles, "El pintor de la vida moderna", Colección de arquitectura, 
Murcia, 1995
Calefato, Patrizia, "El sentido del vestir", En(globa, Valencia, 2002
Douglas, Mary, "Estilos de pensar", Gedisa, España, 1998
Gonzáles Cosiío, Antonio, "El libro del estilo, Oceano, México, D.F.,2014
González, César, "Diseño & Consumo en la sociedad contemporánea", Designio, 
México, D.F., 2012 

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