Por Eliot García
Abstract
El concepto de celebridad parece una palabra nueva, acuñada, como suele hacerlo de recién tendencia, en una relación simbiótica con las nuevas generaciones. Lo que en realidad parece una definición nueva, tiene muchas décadas de ser un adjetivo con un ejemplo claro. El dandy es la primera aparición de una celebridad en la historia hacía los siglos XVII y XVIII, su apego al avance tecnológico y su exquisito gusto al vestir les fue convirtiendo en una especie de modelo modernista. Muchas eran sus apariciones dentro de las fiestas de la élite de la época, muchas de esas apariciones "patrocinadas" por el anfitrión para atraer público con la premisa de que ahí se encontraba lo "nuevo". El fenómeno de la celebridad fue aumentando considerablemente hasta llegar a la década que dictaría las bases de la nueva sociedad moderna; los 60's, estridentes para los clásicos, esperanzadores para la masa, trajeron un serie de masificación a gran escala; el vulgo necesitaba guías, ejemplos. La música resultaba el medio más eficaz para llegar a a esas grandes masas de manera efectiva.
Elvis Presley y The Beatles reprodujeron el término celebridad a una escala mundial, en el primer caso, el atuendo de Presley fue uno de los más imitados e icónicos de ésta era.
Dentro del catálogo de celebridades es imposible no remontarse a la década de 1980 y ubicarnos en un parteaguas del objeto de análisis de este artículo; Madonna.
Desde haber sido objeto de estudios académicos y sociales, ícono pop, musa y una trendsetter por excelencia, Madonna encarna las cualidades de una celebridad nata, con un enorme impacto en la cultura popular y en las tendencias.
La década de 1970 sirvió como una pavimentación para el escenario de ese matrimonio conceptual, Cher aparecía estruendosamente con una estética casi sacada de una imagen surrealista. David Bowie y sus atuendos andróginos, el cabello en tonos rojizos y su maquillaje, hasta una Debbie Harry, vocalista de Blondie, con una estética rebelde, que poco podríamos decir aportaba a la moda, pero que en realidad lo hacía más de lo que se creía. Todos los anteriores, significaron una combinación de elementos para la potencialización de un solo producto, en éste caso el artístico/musical.
Es a partir de la década de 1980 cuando la simbiosis entre la música y moda se lleva a cab o de una manera explícita. Antes de ello una se complementaba a la otra, ligeramente se guiñaban y compartían estéticas.
La explosión musical de la década de 1980 resultaba en una agitada competencia por atraer el gusto del público estadounidense, principal mercado de la industria de la música.
Dentro de toda la escena, hay un personaje que destaca; objeto de estudios académicos y sociales, gracias a su gran impacto y sobre todo un ejemplo trascendental de objeto de éste análisis; Madonna.


La cantante, originaria de Detroit, Michigan, apareció en la escena musical estadounidense en 1983, pero no es sino hasta 1985 cuando gana la mayor notoriedad como una cantante popular. Sus atuendos compuestos por lazos, encajes, tules blancos, además de cruces, cadenas y guantes con los dedos cortados, así como camisetas destrozadas de tiendas de segunda mano, chamarras de mezclilla, piel pálida, labios rojos y cabello rubio por el peróxido le dan el estatus de ícono dentro de la década, catalogada como Reina de la Imagen [1], Madonna crea a todo un séquito de seguidoras de tendencia y estilo, que emulaban hasta el último detalle su imagen, denominadas Madonna wannabe.


Al respecto del término Madonna wannabe, la novelista y profesora estadounidense Alison Laurie comenta: a primera vista, ella y sus muchas imitadoras parecían totalmente vulnerables. Pero una segunda mirada revelaba que en realidad casi todas estaban muy bien protegidas. Bajo el raso y los encajes, los corsés y los sostenes iban firmamente emballenados y reforzados, y las musculosas piernas de seda las llevaban enfundadas en altas botas de cuero de agresivo aspecto. A lo que de verdad se parecían era a las "amazonas" de las fantasía masoquistas, popularizadas en cómics y en películas de ciencia ficción. [2]
Las Madonna wannabe, representaban ese primer parteaguas del que Madonna fue precursora. Un medio tan eficaz como la música había penetrado de lleno en las masas, exponiendo una imagen y una estética que pronto se convirtió en tendencia y en un atuendo que remonta a toda una década.

Madonna probó el éxito de la nueva generación de celebridad, sin premeditación de por medio, pues ella fue quien tenía el control total de su imagen.
A partir de este punto es posible hablar de una simbiosis entre moda y música para crear de nuevo un producto en común. Según Ana Marta González (2009) en su libro Ficción e Identidad. Ensayos de cultura postmoderna; "Madonna es símbolo de una cierta postmodernidad, una que fascina con reflejos y simulacros, que suscita la sensación de misterio por la vía de generar ambigüedades, y en la que finalmente se pierde lo real detrás de un universo de apariencias. Uno de los medios del que se ha servido Madonna para seguir alimentando su imagen de ícono postmoderno en la moda". [3]

Uno de los grandes retos dentro de la moda es hacer que suceda en la calle, Madonna logró hacerlo. En las décadas de 1980 y 1990, la cantante era sinónimo de moda y tendencia.
Gracias a Madonna no solo podemos hablar de grandes tendencias surgidas en los años 80, sino también de grandes diseñadores de moda que gracias a ella son ahora nombres fuertes dentro de la industria de la moda. Precisamente aquí, la simbiosis moda – música para la producción de un solo producto (artista), crea una excepción; ahora trabajan de forma equilibrada para la producción de ambos productos.

Jean-Paul Gaultier fue uno de los primeros diseñadores que colaboró con Madonna en esa simbiosis de resultados mutuos; tras haber dotado a la cantante de uno de los más icónicos atuendos dentro de la moda y de la música, su icónico corsé de conos. Ambos tuvieron legendarios resultados, por un lado Madonna consagrándose aún más como el icono de moda y vanguardia, y por otro la maison francesa lanzándose a la fama mundial gracias al tener a la diva pop como embajadora mundial de la marca.
Este no fue el único caso de éxito dentro de la simbiosis artista – diseñador, a principios de los 90, una naciente Dolce & Gabbana vestía a Madonna para la premiere de su cinta Truth or Dare con un corsé de pedrería de colores; el éxito mediático de la marca no se hizo esperar, todos se preguntaban "¿qué es lo que usa Madonna?". Esa interrogante resultó dentro del mundo de la moda, la sentencia de que algo está aprobado y puede seguirse.
Entrada la década de 1990, Madonna convertida ya en un ícono mundial, de la moda y una celebridad, era indudablemente una fuente certera de alcanzar las masas.
En 1995 protagoniza una campaña publicitaria para la casa italiana Versace, que la catapulta aún más de la fama que ya gozaba.

Más allá de las tendencias de Madonna que han definido décadas, la cantante según en palabras de la editora Anna Wintour de la Vogue americana, Madonna es "un ejemplo perfecto de cómo la cultura popular y el estilo de la calle influyen en el mundo de la moda"[4]
En este sentido, Madonna es esa conexión entre la moda y la música que acabó por crear un parteaguas, no solo entre estas dos industrias, sino también en las tendencias, la cultura popular, al valerse de los dos factores que las masas más siguen pudo crear tendencias y estilismos que referencian a una época o década completa.
Después de ella podemos hablar de innumerables combinaciones del mundo de la música y la moda, más aún ya en el siglo XXI, combinaciones que han creado tendencias y lo siguen haciendo, pero difícilmente nos referiremos a un personaje en especial o a una tendencia en especial.
Conclusión
Madonna representó un antes y un después como celebridad, no solo influyó en la vida y estética de sus seguidores, también lo hizo en la moda. Sus atuendos definieron toda una década y época que difícilmente podemos desasociar hoy día. Su poder como celebridad mantuvo un peso preponderante en las tendencias que surgieron a finales de los 80 y principio de los 90's. No solo era una ejecutora, también llegó a ser creadora; y lo más importante es que pudo crear y mantener esas tendencias por un tiempo considerable. Después de ella el término celebridad dentro del mundo de las tendencias significa un peso importante, algo así como un término de aprobación.
Bibliografía
[1] Fuguet, Alberto (2011). Primera parte. Chile: Penguin Random House Grupo Editorial
[2] González, Ana Marta (2009). Ficción e identidad. Ensayos de cultura postmoderna. Ediciones Rialp, pp. 72
[3] González, Ana Marta (2009). Ficción e identidad. Ensayos de cultura postmoderna. Ediciones Rialp, pp. 16
[4] Claude, Guilbert-Georges (2002). Madonna As Postmodern Myth. McFarland & Co., pp. 37
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